
Embriagado con el sudor
de ese cuerpo que hiciste mío
aquella tarde en que la pasión
derrotó a la cordura.
Cuando los antiguos contratos
no pudieron poner obstáculo
a la avalancha libidinosa
que bajó rauda y sin respeto,
desde la antigua cordillera.
Las bajas temperaturas de otros días
acumularon demasiado hielo
que fue incapaz de resistir
ante rayos calcinantes
de una pasión nueva
que emergieron cuando
las manecillas del reloj
se aproximaban a la media noche
y el sol hacía mucho
había emprendido su huída
tras la inmensidad del mar.
Embriagado de tu cuerpo
me sorprendió la mañana
tras un corto sueño
a la altura de tus senos.
No, no fue otro sueño,
esta vez la silueta montañosa
fue del todo real,
en el despertar ahí estaban
cada uno de los volcanes
que me dejaron atado
otra vez a la pasión.
de ese cuerpo que hiciste mío
aquella tarde en que la pasión
derrotó a la cordura.
Cuando los antiguos contratos
no pudieron poner obstáculo
a la avalancha libidinosa
que bajó rauda y sin respeto,
desde la antigua cordillera.
Las bajas temperaturas de otros días
acumularon demasiado hielo
que fue incapaz de resistir
ante rayos calcinantes
de una pasión nueva
que emergieron cuando
las manecillas del reloj
se aproximaban a la media noche
y el sol hacía mucho
había emprendido su huída
tras la inmensidad del mar.
Embriagado de tu cuerpo
me sorprendió la mañana
tras un corto sueño
a la altura de tus senos.
No, no fue otro sueño,
esta vez la silueta montañosa
fue del todo real,
en el despertar ahí estaban
cada uno de los volcanes
que me dejaron atado
otra vez a la pasión.
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