Al finalizar el abrupto camino
mis ojos torpemente,
con el temor propio de quien teme
verse convertido en tosca estatua de sal,
miran hacia el largo camino
que voluntariamente ha quedado atrás.
No hay nada que mirar,
Ahora me desconozco,
de ese que fui, no queda nada.
En alguna curva del camino
cambio mi aspecto,
en alguna noche de tequila
se borraron aquellos sentimientos
que parecían in perecibles,
en alguna nalga y pezones firmes
olvidé antiguas promesas,
que alguien criticó justamente,
pues en su experiencia,
sabía imposibles de sostener.
Entre tanta física y química,
entre matemáticas y geometría,
entre álgebra y logaritmos,
entre tanto cálculo y cubicación
mis palabras no llegan a ser prosa,
y tal vez, no vuelvan a serlo.
Nada soy de lo que fui,
éste viejo árbol
engendró brotes torcidos
que hoy son casi seguro
garantía de un muy mal fruto.
O tal vez, de un muy buen fruto,
quién sabe?
En este jardín he visto florecer de todo
y he visto también sonrisas
en los que han segado
flores de origen tan dispares,
que ni yo mismo se muy bien
a que clase de especie
en esta botánica de la vida pertenezco.
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1 comentario:
pues, alaaaaaaaaa... q me gusta encontrar q vuelves a la vida en tus escritos...
Un besazo...
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